Editorial: Dalya
Grandes pelmazos de las letras universales es una obra divertida y valiente que se atreve a reconocer que a muchos de los insignes autores que pueblan las antologías no hay nadie que les aguante. En ella su insensato autor pone repetidamente la zancadilla a esos gigantes con pies de barro de cuyo prestigio literario nadie duda y que han hecho dormir a varias generaciones de lectores incautos.
ISBN: 978 84 94351686 — Precio: 13,50 euros
Encuadernación: Rústica
Formato en centimetros 15 -21 — Número de páginas 194
Grandes pelmazos de las letras universales es una obra divertida y valiente que se atreve a reconocer que a muchos de los insignes autores que pueblan las antologías no hay nadie que les aguante. En ella su insensato autor pone repetidamente la zancadilla a esos gigantes con pies de barro de cuyo prestigio literario nadie duda y que han hecho dormir a varias generaciones de lectores incautos.
En estas cómicas páginas hay muchos escritos apócrifos de
escritores que están justamente olvidados, un buen número de refritos bien
hechos que son un divertidísimo resumen de ladrillos infumables y también un
puñado de artículos desmitificadores que demuestran sin lugar a dudas que la
literatura es algo nefasto y deleznable. El autor no se arredra ante nadie y
arremete contra escritores consagrados. Shakespeare, San Juan de la Cruz,
Wilde, Lope, Quevedo, Arniches, Calderón, Salinger, Eurípides, Góngora, Conan
Doyle, Moratín y muchos otros quedan aquí puestos a caer de un burro. Y muchos
conceptos literarios —los clásicos, las antologías, las ediciones abreviadas,
las figuras retóricas, la versificación, etc.— son vapuleados sin compasión
para diversión y regocijo de los lectores.
SOBRE EL AUTOR
Enrique Gallud Jardiel nació en Valencia hace ya tantos años que prefiere
no acordarse. Es Doctor en Filología Hispánica y tiene, además, otros títulos
académicos, aunque con uno de ellos se hizo un gorro de papel. Ha publicado más
de cincuenta libros, pero todos son más aburridos que éste.
Estaba predestinado a dedicarse al humor, por ser nieto del
comediógrafo Enrique Jardiel Poncela y porque de pequeñito le contaban los
cuentos en camelo. Es un gran amante de la parodia literaria, por ser un género
que le permite tomarle el pelo a escritores mejores que él. Se dedica al relato
corto porque su ambición, como buen español que es, es vivir del cuento.
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CONTENIDO
PRÓLOGO DE DON MIGUEL DE CERVANTES
TEMAS LITERARIOS, DE LITERATURA Y TAMBIÉN DE LIBROS
Poesía y bichos
libros inmorales
Camelot, Locus amoenus
El pareado vengador
Escribimiento elogiante al maestro Góngora
La rima salvadora
La nefasta lectura
El que se guardó todo el centeno para sí y no lo
compartió con nadie
Los diez mejores libros del mundo
Metaforeando
Jaime Bono del Tesoro
¿Qué demontres son los clásicos?
La casa de Sherlock Holmes
Pelibros y librículas
El «avecrem» de la literatura
Juego literario para connoisseurs
AUTORES JUSTAMENTE OLVIDADOS
Oscar Wilde: Un alma despistada
Anónimo: El pavoroso secreto
de la pirámide
Facundo Romerales Sporti: Lamentos lunfardos
Félix Lope de Vega: Segundo soneto a
Violante
Anónimo: La abuela del teatro
español
Arthur C. Clarke: La rebelión de las
máquinas
Murasaki Shikibu: Los tres palacios
llenos de cosas hasta arriba
Eurípides: A esta puerta hemos
llegado
Omar Khayyam: El derviche que hizo
el canelo
Rafael Alberti: El pozal de libertad
y pueblo para siempre
San Juan de La Cruz: Efluvio transido de
hermosura
Francisco de Quevedo: La muerte de la
Muerte
Leandro Fernández de
Moratín: El galán
y la dama
Nerón: Poemas escogidos
cuidadosamente
Somadeva: Dudas teológicas
Carlos Arniches: La alegría de la
feria
REFRITOS MUY BIEN HECHOS
Anthony Burgess: La naranja mecánica y
arte de zurrar la badana
Jorge Luis Borges: Los almacenes de
Babel
Arthur C. Clarke: Igual de brutos en el
2001
Gustavo Adolfo Bécquer: Los frailes que
creyeron en dios y heredaron
Félix Lope de Vega: Peribáñez y los
secretos (del barroco)
Stephen King: El miedo monta en
triciclo
Lew Wallace: Ben-Hur, una de
romanos
Jacinto Benavente: Los intereses
atemporales de los sinvergüenzas
William Shakespeare: Hamlet y el
sepulturero que cavaba una fosa
José Zorrilla: El Tenorio inagotable
Agatha Christie: Gentuza en el «Orient
Express»
Charles Perrault: Caperucita erótica
George Bernard Shaw: Manufactura de damas
PÓSTLOGO DEL AUTOR: MIS TÉCNICAS ESCRITÓRICAS Y
ARTE DE PERGEÑAR